Las reformas de cocinas en Vigo, Sevilla, Madrid y otros grandes núcleos urbanos han experimentado un boom a raíz de la pandemia, por la ulterior crisis del sector del ladrillo y el encarecimiento de materiales de construcción. Hoy más que nunca, reformar es una actividad más conveniente que invertir en inmuebles de nueva planta, y por ello cada vez más particulares optan por modificar su vivienda para elevar su bienestar y acceder a subvenciones a la rehabilitación energética.
Pero ¿cuándo es el momento idóneo para reformar?, ¿qué circunstancias justifican este paso? Primeramente, la obsolescencia de los materiales y equipamientos de una cocina puede hacer necesaria una rehabilitación, pues las ventanas y puertas en mal estado o la acumulación de suciedad en los azulejos pueden aumentar el riesgo de accidentes y fomentar plagas perjudiciales para el bienestar y la salud.
La iluminación es una razón de peso para emprender una reforma en salones y cocinas. Sobran argumentos que justifiquen por qué una estancia bien iluminada repercute en la calidad de vida del propietario y de sus convivientes. Un motivo adicional es implementar luces más eficientes que incrementen el ahorro en la factura eléctrica.
Otra de las circunstancias más típicas entre las personas que deciden reformar, es el espacio disponible. Por más que los mini pisos e inmuebles similares sean tendencia, el inquilino medio aspira a incrementar la superficie habitable de su vivienda y proporcionarse un mobiliario más cómodo y agradable: encimeras más amplias para cocinar, una cama más ancha para dormir, etcétera.
Para las familias, el alumbramiento de un niño/a o la acogida de familiares supone que el espacio se verá mermado, en perjuicio de la habitabilidad y el bienestar. Reformar la vivienda es sin duda una forma de evitar esta molesta situación. La situación opuesta también es frecuente; por ejemplo, la independencia de los hijos puede formar la necesidad de empequeñecer la cocina para dejar más espacio de una habitación en particular.