El sector de los servicios funerarios y de cremación cumple una labor destacadísima en la sociedad. Desde el mayor hasta el más modesto Crematorio en Zamora y en otros municipios, estos establecimientos facilitan el transporte rápido y eficaz de los difuntos, permiten disponer de sus restos mortales desde la comodidad de una urna fúnebre y ofrecen otras ventajas de inestimable valor para los seres queridos y el resto de la población.
Más en profundidad, la cremación supone un cuantioso ahorro de gasto en comparación con el enterramiento. En tiempos de crisis económica, esta asequibilidad ayuda a que un mayor número de familias pueda ofrecer a sus fallecidos el ‘final’ más honroso y adecuado. Sin la obligación de comprar el féretro o el mausoleo, ni los costes de la ceremonia de inhumación, el precio final se abarata sobremanera.
Detrás de numerosas pandemias y crisis humanitarias de la historia está un tratamiento inadecuado de los restos humanos. Por esta razón, la actividad de los crematorios es beneficiosa al posibilitar la recogida, el transporte y el depósito de los restos del fenecido, a los que se da un tratamiento adecuado para que el último adiós sea digno y satisfactorio para sus familiares.
Estos beneficios no significan que la incineración sea un acto frío, carente de espiritualidad o humanidad. Como parte del servicio de cremación, estos establecimientos permiten la realización de todos los actos de reconocimiento y despedida del fenecido que dicta la tradición, sin la liturgia católica ni otros componentes religiosos.
Pero la cremación no presta un servicio exclusivo a la sociedad, sino que también el medio ambiente ‘sale ganando’ con este tratamiento de los restos mortales. Se estima que el material del ataúd y los elementos artificiales del cuerpo humano (piezas dentales, por ejemplo) no biodegradables contribuyen a la contaminación de la tierra, en perjuicio de la biodiversidad.