Entre los principales medios de publicidad impresa, el folleto destaca entre los más utilizados con diferencia. La RAE lo define como una «obra impresa, no periódica, de reducido número de hojas», pero en la práctica son mucho más que eso.
Asequible, eficaz y fácilmente manipulable, este formato recibe un uso generalizado por todas las empresas con negocios y sucursales físicas. Por tanto, no debe sorprender que la impresion de folletos publicitarios plegados continúe siendo tan necesaria, pese al auge de las nuevas tecnologías y canales digitales.
Que los folletos sean tan económicos de producir es una de las razones más claras de su éxito. Estos impresos pueden producirse en cantidades elevadas, sin suponer un gasto elevado para la cuenta de resultados de la empresa. Además, su diseño puede personalizarse íntegramente y adaptarse a los colores y logotipo de la marca en cuestión.
A diferencia de los carteles, spots televisivos y cuñas de radio, los folletos permiten adicionar una mayor cantidad de información acerca de sus productos y/o servicios. Como es evidente, es importante que el consumidor esté en posesión del mayor número de datos posible para impulsar adecuadamente su decisión de compra.
Por otra parte, los folletos publicitarios producen una impresión más duradera que los formatos antes mencionados. Los carteles y anuncios no pueden ‘viajar’ con el consumidor; los folletos, sí. Estos pueden repartirse en un lugar determinado y ser revisados en otros diferentes, acompañando al cliente hasta su propio domicilio. De este modo, poseen una vida útil más prolongada.
Por si fuera poco, los folletos cuentan con un mayor número de vías de distribución. Para hacerlos llegar a sus destinatarios, pueden enviarse por correo, repartirse en puntos de venta o en sucursales de la empresa, situarse al alcance de los interesados en congresos y eventos similares, etcétera.
En vista de lo anterior, los folletos no tienen nada que envidiar a otras alternativas publicitarias.