¿Sabías que la mayoría de los fumadores de habanos conserva incorrectamente sus cigarros? Un vistazo a los hábitos de consumo de este público revela dos hechos: la costumbre de mantener los puros en latas y envases comerciales y la manía de introducirlos en el frigorífico doméstico. Ninguna de estas soluciones es adecuada, pues solo el humidor o la cava de puros es capaz de preservar los aromas del tabaco.
Dado que el tabaco tiende a absorber la humedad a su alrededor, mantenerlo dentro de frigoríficos y neveras de uso corriente está lejos de ser recomendable. Las razones son evidentes: además de adquirir los aromas de los alimentos, está sometido a unas temperaturas y humedad excesivas.
Ahondando más en las condiciones óptimas para conservar puros, estos necesitan temperaturas de dieciséis a veintiún grados centígrados. Por encima de estos valores, el añejamiento y otros procesos se ven perjudicados.
Para asegurar estas condiciones, los puros deben guardarse en muebles y contenedores específicamente diseñados. Uno de los más populares es la cava o humidor de gran tamaño. Se presentan como un armario pequeño o mediano con puesta acristalada, estantes y cajones adaptados. Incorpora sistemas de humidificación que conservan los puros en condiciones óptimas. Además, las unidades termoeléctricas ofrecen un mayor control de la temperatura y la humedad.
El humidor simple, por así denominarlo, es el clásico cajón de madera, más pequeño y manejable de la cava. Está equipado con un medidor (higrómetro) y un sistema de humidificación que ayuda a mantener una humedad correcta. Cuentan con un revestimiento de cedro, por su capacidad para retener y liberar la humedad.
Para el consumidor de lujo, estas soluciones pueden quedarse cortas, y si el presupuesto no supone un problema, los humidores tipo walk-in satisfarán sus necesidades. Se trata de una habitación (más una bodega pequeña o un vestidor) adaptada para almacenar y conservar los puros.