La esperanza de vida de un perro es de nueve a quince años, mientras que en felinos se sitúa en los trece y los veinte. Amenazas como las intoxicaciones o las enfermedades cardíacas pueden acortar este periodo, máxime cuando se carece de un seguro veterinario que cubra las intervenciones médicas derivadas. Incluso con este «salvavidas», las compañías rechazan asumir el coste de ciertos tratamientos. Así pues, para elegir el mejor seguro para mascotas, conviene revisar el alcance y la naturaleza de las exclusiones.
Las mordeduras, esguinces o fracturas sufridas en el curso de actividades de riesgo quedan fuera, por norma general, de los daños cubiertos por el seguro. En concreto, la compañía aseguradora se desentiende, dicho llanamente, de cualquier daño ocurrido durante una partida de caza, una exposición o concurso, etcétera. Para asegurar a la mascota en estos quehaceres, lo recomendable es contratar una póliza específica para la caza, el canicross, etcétera.
Usualmente, la prevalencia de ciertas patologías en razas como el labrador retriever o el bulldog francés también es motivo de restricciones en la póliza veterinaria. Son ejemplos comunes la displasia de cadera o la distocia. Ni que decir tiene que el gasto médico de enfermedades preexistentes no está cubierto en este tipo de seguros.
La edad es otra importante limitación en pólizas para mascotas. Como es lógico, asegurar a un perro anciano acarrea más costes y complicaciones que hacer lo propio con un cachorro. Para seguir adelante, debe optarse por seguros para canes y gatos senior.
Accidental o no, el envenenamiento suele excluirse de las coberturas del seguro, sin importar que el perro, por ejemplo, sea el animal con mayor tasa de intoxicación en nuestro país, según el informe El veneno en España 2020. A la naturaleza curiosa de estos animales —que les hace vulnerables a la ingesta accidental de opiáceos y otros fármacos de uso doméstico— se suma la irresponsabilidad del propietario. Por descontado, ninguna póliza para mascota se hace cargo de daños provocados por el dueño o su entorno familiar.